SOSTENIBILIDAD Y EMPRENDIMIENTO

Sostenibilidad y emprendimiento, dos palabras de las que parece nos gusta hablar. Pero… ¿qué pasa cuándo intentamos convertirlas en una realidad, o al menos en un horizonte? Pues que asustan, pero poco a poco van desencadenando una serie de pequeñas transformaciones personales que se comparten y se contagian. Con esa chispa, algun@s empezamos ese camino de cambio.

Nosotr@s decidimos emprender con una finca de producción ecológica. ¿Y qué implicaciones tiene? Pues un entramado de pequeñas acciones que unen naturaleza y personas, y personas con personas.

Queremos una agricultura enriquecedora a todos los niveles, esto es:

Producción responsable asociada al consumo consciente.

No entendemos cultivar si no es fijándonos y aprendiendo de las interacciones de la naturaleza. Esto supone trabajar en muchas facetas como son la observación, la paciencia, el respeto, la aceptación, el esfuerzo y la interdependencia.

Adentrarse en la producción de alimentos nos lleva a preocuparnos más por lo que consumimos y los procesos que lleva asociados y a la vez, a darlos a conocer a otras personas. Debemos hacernos más conscientes de las implicaciones sociales y ambientales que existen cuando hacemos uso de un servicio o consumimos cualquier producto. Esto va más allá de un sello de “Agricultura Ecológica”. Consumir productos de proximidad, que respeten el entorno (humano y natural) en la mayor medida posible en su ciclo de vida es un gran paso.

Es importante pararse a pensar y hacer alguna reflexión. Quizá debamos poner atención en qué nos hace realmente más felices y human@s y trabajar para que nuestra sociedad avance en ese camino. Podríamos dar valor a aquello que se preocupa por las personas que lleva implícito el cuidado de lo que nos rodea, de la vida en general.

Para nosotr@s el proyecto Cantamisina se forja bajo estos principios de Agricultura Sostenible y ojalá sea semilla de conciencia y de ilusión para generar pequeños cambios en cualquier ámbito.

Es tiempo de rehacer camino con una visión amplia del mundo que nos rodea a través de pequeños gestos.

LOADING…2024

Cuando se vive rodeado de naturaleza y en contacto con ella, es inevitable que sus fuerzas te afecten.
Con la llegada del otoño, haciendo caso de aquella expresión de “ya se empiezan a notar los días”, el organismo va frenando el ritmo y poco a poco se va cambiando al “modo hibernación”; empujado por el bufido del “airón” sobre las chapas mal atornilladas del tendejón de las herramientas, las humeantes chimeneas y las lenguas de niebla bajando por la ladera de Perriellos, inundando el valle y calando el frío hasta los huesos.

Por momentos sufres cuando las babosas se van comiendo por orden de lista alguna fila de lechugas, perfectamente salteadas en tonos marrón y verde, también las prisas en el barro causan algún resbalón y nos hacen soltar una carcajada de rabia y desazón. Al final te ayudan a darte cuenta lo estúpido que es enfadarse con la meteorología que como decía mi tío Tano “Eso del tiempo está bien gobernao”

Como venía diciendo, el enfado dura lo que dura uno mismo en darse cuenta de que vivir así implica tener en la entrada de casa una mancha permanente, unas alfombrillas del coche que jamás volverán a ser lo que eran y unos calcetines que algún día fueron blancos.

Pero no todo es malo, ni mucho menos…
El paisaje va cambiando, bajan las horas de luz proporcionalmente a lo que lo hace el dolor de espalda, ya no hay tanto que plantar, la hierba no crece y las plagas piensan más en encontrar hotel que en molestar a los cultivos.

Hay menos tiempo de huerta y más de ordenador, de analizar esos datos que (otra vez) no conseguiste apuntar como te hubiera gustado.

Este 2024 para bien o para mal, será el resultado de muchos cambios.
Algunos superficiales, pero la mayoría profundos.
Traducidos en una apuesta firme por profesionalizarnos, por desarrollar una agricultura proactiva, inteligente y de futuro; que nos permita dignificar nuestro trabajo y vivir como siempre hemos querido, del campo y en el campo.

Por eso estos tiempos de diapausa, son tan importantes para coger el impulso necesario.
Necesitamos parar, recolocar todo y avanzar, para arrancar una temporada más y seguir llenando las mesas de las casas de productos, frescura y salud. Una tarea de la que nos sentimos plenamente orgullosos.

En la línea de salida

Algo falló en este sistema que avanza más y más deprisa, más que nuestros propios pasos. Nos aferramos a ese tren que no vacila, que no se pregunta, sólo sigue adelante y va borrando nuestras huellas, arrancando nuestras raíces, que se van separando de esa tierra que siempre nos ha mantenido. Algunos pies no han soportado el frenético ritmo y a rastros vamos hiriendo y castigando el suelo que nos sustenta.

Pero somos humanidad, destructora y bondadosa por naturaleza, somos la cara y la cruz. ¡SOMOS! y en la cualidad del ser esta decisión del ¿cómo ser?

Este alegato se antoja absurdo, pero nos traslada a este mismo lugar en este mismo instante y nos plantea una y otra vez el reto del cambio, un cambio inmensamente limitado a nivel global, pero que resulta inmenso desde la perspectiva humana.

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María corta la patata a la mitad para luego sembrarlas

Y en esas estamos… sin entender muy bien por qué, pero aquí nos encontramos, ante este reto enorme y precioso.

Hemos encontrado el germen necesario, la chispa que impulsa todo flujo de energía y esta en particular es nuestra forma de canalizarla.

Nos tiemblan las piernas cada mañana, nos abruma el vértigo de la inexperiencia, del futuro incierto, de los palos en las ruedas y del quiero y no puedo.

La realidad aprieta, pero creemos firmemente en lo que hacemos, pensamos que esta es la mejor forma de cuidar de nuestra salud, la del planeta y la vuestra; la de todos los demás actores de esta singular función.